Siempre he sabido que la literatura posee un poder terapéutico, entre otros muchos, que puede ayudarnos a enfrentar la vida en todo momento. Hoy he podido vivirlo en la Tertulia Literaria Dialógica que se lleva a cabo todos los viernes en el Centro de Menores Sección IES Consellería. Allí he asistido junto a un compañero del Ciclo Formativo de Integración Social del IES Jordi de Sant Jordi, pues el centro está inmerso en el proyecto de estas Tertulias Literarias desde hace ya tiempo, y este curso quiero intentarlo también yo con mis alumnos del pqpi .
Es grato e interesante abrir nuestras aulas, visitar otros centros, compartir experiencias con otros docentes, aprender de otros compañeros. Es más, creo que debería ser una premisa más a cumplir en la enseñanza. Se aprende muchísimo, se disfruta y abrimos horizontes que quizá están ocultos tras la rutina de nuestras aulas o incluso de nuestro propio centro.
En la Tertulia en la que hemos participado hoy habían elegido como clásico, Capitanes Intrépidos de Rudiyard Kipling. Éramos unas 25 personas entre profes, educadores y chavales, todos habíamos leído el capítulo que tocaba y habíamos señalado el párrafo que más nos había gustado por el motivo que fuera. Ahora se trataba de comentarlo y compartirlo con el resto. Uno de los chavales era el moderador, controlaba perfectamente la tertulia, impresionaba el respeto con que se dirigían unos tertulianos a otros, cediendo la palabra en todo momento. No sé si seré capaz de conseguir eso con mis alumnos de pqpi.
De este modo se ha desarrollado la Tertulia, Los fragmentos elegidos por los chavales y sus comentarios no tenían desperdicio. El libro también daba de sí, pero en el fondo hemos acabado hablando de la vida. Qué es la literatura, sino retazos de vida que alguien en algún momento necesitó escribir. Ha sido muy emocionante, aunque este libro ya tenía connotaciones sentimentales también para mí, bueno, más que el libro, la película que vi de pequeña con mi padre, más de una vez. Salimos del centro, todo vuelve a su rutina, los chavales preparan la mesa para comer y vuelven a sus vidas. Yo también vuelvo a mi vida pero salgo contenta, la literatura nos ha demostrado lo que es capaz de hacer cuando 25 personas se reúnen alrededor de un libro.
!Tantas experiencias en unas pocas horas! Vistas otras aulas, compartes, sales de la rutina (aunque tus clases de cada día parecen poco rutinarias), aprendes, compartes fragmentos elegidos de un clásico, hablas de literatura, de vida, recuerdas, vives, te emocionas..... y vuelves. No puedes pedir más para una mañana de viernes.
ResponderEliminarEvaristo hay que aprovechar las buenas oportunidades, esta vida son cuatro días :) En este instituto hay vidilla, el personal se mueve, sobre todo en Ciclos, además son acogedores y aceptan las iniciativas vengan de quien vengan. Estoy a gusto y me gusta implicarme, ya sabes :) Ah! te lo agradezco, pero en mis clases sí hay rutina, aunque siempre dejamos la puerta medio abierta...por si acaso :)
EliminarCrónica, como todas las tuyas, que transmiten y contagian la pasión por lo que haces. Me he quedado con las ganas de conocer el espacio. ¿era la biblioteca? ¿un aula? ¿..?
ResponderEliminarNunca había visitado un centro de esas características aunque siempre me han interesado. Este era bastante pequeño, de hecho estábamos los 25 sentados en círculo en una clase reducida que después se transformaba en comedor. Los profes y cuidadores eran un encanto, hacen una gran labor, grandes profesionales.
EliminarNo hay nada más aburrido que un aula cerrada, un docente que no se abre a nuevas experiencias... En cuanto a la literatura y la vida, ya sabemos lo impreciso de sus límites: si no que le pregunten a Segismundo :)
ResponderEliminarMuy bien traído Seigismundo en esta ocasión, Antonio :) Gracias por comentar.
EliminarLa tarea de profesor tiene mucho de experimento y ensayo-error. Así tiene que ser so pena de quedarnos anquilosados. Esta experiencia compartida es muy interesante. La mezcla de contertulios daba riqueza al intercambio de puntos de vista. No he leído este relato pero sí he visto muchas veces la película de Victor Fleming que una y otra vez es capaz de emocionarme. Se la paso a mis alumnos de Cine y valores humanos y, a pesar de que es en blanco y negro, les gusta. A mí siempre se me escapa una lágrima cuando muere Manuel. Logra emocionarme. Un saludo.
ResponderEliminarFue muy intenso y emotivo escuchar a esos chavales cuyas vidas han sido tan duras reflexionando sobre el libro y la vida. Por cierto compartimos lágrima en la muerte de Manuel :)
Eliminar¡Qué bonito evento y qué placer proporciona la literatura constantemente! ¿Habrá una próxima?
ResponderEliminarPues sí, Sara...siempre la literatura. Creo que a mi edad me estoy volviendo fanática pero me da igual :) He llevado un finde muy literario, el viernes la Tertulia y el sábado fui a ver La ladrona de libros. Te la recomiendo.
ResponderEliminar